Cayetana Álvarez de Toledo: "Esta Diputación Permanente es el último acto de una legislatura que nació muerta"

Titulares de Cayetana Álvarez de Toledo en la reunión de la Diputación Permanente

La portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Cayetana Álvarez de Toledo
La portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Cayetana Álvarez de Toledo

Esta Diputación Permanente es el último acto de una legislatura que nació muerta por la voluntad del Presidente en funciones de volver a convocar elecciones. ¿Qué pasará con la siguiente?

España está en una situación de máxima gravedad. Tenemos a un presidente en funciones que ya ha alcanzado un pacto con un partido como Podemos, de dudosas credenciales democráticas. Lo vimos ayer mismo en la Asamblea de Venezuela con gritos contra la delegación del PP y con intentos de acoso e intimidación a los partidos que fuimos a apoyar a los demócratas venezolanos.

Podemos es un caballo de Troya dentro de las instituciones democráticas y sería gravísimo que, además, accediera al Gobierno de la nación.

España, en estos momentos, está en manos de un delincuente condenado por sedición por obra y gracia del señor Sánchez. Si no se remedia, vamos encaminados a un Gobierno de sedición: a un Gobierno pactado con un partido y un líder político, el señor Junqueras, que ha sido condenado por sedición.

Sánchez ha demostrado abiertamente que está dispuesto absolutamente a todo –sin límites ni escrúpulos– con tal de mantenerse en el poder. Cuando habla de plurinacionalidad está hablando de la derrota de la nación española.

Pretende fraguar un gobierno de sedición con tres frentes anticonstitucionales: el catalán, nacionalista, separatista y sedicioso; el vasco, donde el PNV y Podemos han alcanzado un acuerdo para una reforma estatutaria que incluye el derecho de autodeterminación y la idea de que existen unos nacionales vascos que no son ciudadanos españoles; y el navarro, donde la señora Chivite va a aprobar los presupuestos con el partido de Otegui; un partido que considera que el asesinato no es moralmente abyecto, sino incluso legitimado cuando buscaban lograr con violencia la independencia del presunto pueblo vasco.

Se da la descarnada paradoja de que personas penalmente condenadas están siendo políticamente absueltas, amnistiadas, por el señor Sánchez. Les considera interlocutores legítimos, personas con las que puede negociar cuestiones tan importantes como el futuro de la nación, la igualdad y la libertad de todos los españoles.

Si el señor Sánchez y el PSOE pretenden pedir la abstención al PP en caso de que les salga mal el Gobierno de sedición, que pierdan toda esperanza. No sería una abstención patriótica sino puramente masoquista. No vamos a entregar nuestros votos para que él haga lo que le pide el cuerpo: la derrota de la nación española, la negociación sobre plurinacionalidad o el derecho a decidir.

¿Es progresista renunciar a la igualdad de los españoles? ¿Es progresista cargarse la Constitución? ¿Es progresista negociar unos presupuestos con un partido vinculado a una historia terrorista que no condena el asesinato? ¿Es progresista negociar un gobierno con personas condenadas por sedición y malversación? Sánchez no es progresista. Lo que se está fraguando es un gobierno de liquidación constitucional y radicalmente reaccionario.

Nosotros no hemos puesto cordones sanitarios jamás, los hemos sufrido. El pacto del Tinell es uno de los hitos que nos han traído hasta aquí. Entonces, en 2003, el PSOE abandonó su principio fundacional de la igualdad y se alió con lo más reaccionario que hay en el panorama político europeo, que es el separatismo catalán, con el único fin de aislar al PP, al centro derecha español.

El PP es el único garante del orden constitucional y la seguridad frente a la república fantasmagórica, imaginaria y delirante del nacionalismo. Que el Gobierno abandone la hipocresía: que dejen de extender carnets de demócratas mientras negocian con los que pretenden una república ficticia, pactando con Bildu y con los sediciosos.

Es necesaria una movilización constitucionalista y racional en defensa de los principios democráticos que nos unen a personas de sensibilidades diferentes, pero que queremos vivir en un Estado de Derecho y en ese empeño común que fue el pacto del 78, que tenemos que preservar.