Intervención de Pablo Casado

20 de julio de 2019, Vitoria

Escuela de Verano Miguel Ángel Blanco
Escuela de Verano Miguel Ángel Blanco

Escuela de Verano Miguel Ángel Blanco

Queridos compañeros del Partido Popular y en especial de Nuevas Generaciones del Partido Popular del País Vasco, me vais a permitir que haga una reflexión meditada y que me gustaría comenzar con unas palabras que a lo mejor os resultan familiares. 

“Nada podemos hacer por devolver la vida a todos aquellos a los que la violencia se la arrebató. Pero sí podemos rememorar su sacrificio, su valentía en la defensa de la España de leyes, libertades, derechos y obligaciones iguales para todos. 

La tarea de asignar un sentido y un valor a su sacrificio no está terminada. Al contrario, vuelve a ser más necesaria que nunca, porque ese sentido y ese valor se han oscurecido, y porque algunos necesitan oscurecerlos para blanquear su historial de sangre y de muerte. Yo digo no a esa indignidad. 

Miguel Ángel Blanco y todos aquellos que fueron asesinados como él, de cualquier partido o de ninguno, no van a ser, porque no lo vamos a permitir, una nota al pie de página de la historia criminal de España. Son protagonistas de la historia de nuestra libertad; son nuestros héroes. Héroes de manos blancas y palabras limpias. Héroes que pusieron en pie y en marcha a toda una nación que algunos pensaban dormida o muerta. 

Y eso nos obliga a rendirles siempre el mejor homenaje: merecer la libertad por la que ellos murieron. Seguir en pie y seguir en marcha contra cualquiera que pretenda dañar aquello por lo que ellos murieron. Seguir adelante haciendo realidad la España que ellos encarnaron frente a todo lo que quiso y aún quiere destruirla. 

En Ermua, volvió a latir el pulso de España. Justo cuando el pulso de un joven concejal de nuestro partido dejaba de latir, comenzó a latir el de España con más fuerza que nunca. No lo olvidemos. Y no dejemos que ese pulso, que late desde entonces en todos nosotros, se apague jamás. 

Yo hoy no vengo a visitar al PP vasco. Vengo a rendir homenaje. A rendir tributo, y a hacerlo en forma de compromiso con la libertad de todos los españoles de hoy.”

Con estas mismas palabras, hace hoy justo un año, arranqué mi proyecto político en Ermua cuando decidí presentarme al Congreso Nacional del Partido Popular, y un año después sigo pensando que Miguel Ángel es el símbolo de muchas cosas que no debemos olvidar. 

No debemos olvidarlo a él dos décadas después y no debemos olvidar lo que él significo y debe seguir significando para todos nosotros. Porque no es solo una víctima, es también y sobre todo un ejemplo de lo mejor que la política puede ofrecer a una sociedad. No por cómo murió, puesto que eso no lo decidió él; sino por cómo vivió, y eso sí lo decidió, libremente. 

Si ponemos el foco en su vida aprenderemos mucho. Porque Miguel Ángel no es sólo un recuerdo, para algunos incómodo, que nos devuelve a un tiempo de violencia, un tiempo que muchos de vosotros afortunadamente solo conocéis de oídas. Es un testimonio vivo de amor a España y de amor a la libertad; de valentía, de vocación de servicio público incluso cuando eso le podía costar la vida. 

Debemos rememorar todo aquello que hizo que su mera existencia se hiciera insoportable para los enemigos de la libertad. Vivió con una coherencia y con una generosidad capaces de iluminar a todo un país, hace ahora veintidós años y de iluminarnos también a nosotros hoy en este momento tan difícil para España. 

Por eso, es necesario asociar a las víctimas del terrorismo no a lo que sus asesinos quisieron que fueran, si no a lo que ellos quisieron ser. El primer homenaje es rescatar su memoria de las manos de sus verdugos y ponerla en manos de los demócratas. 

Su valor está en su vida, no en su muerte. Que es el precio que asumieron por vivir como vivieron. Así que imaginad el valor que tienen todas esas vidas. No dejemos que se pierda y no permitamos que su condición de víctimas del terror –justo lo que no quisieron ser- oscurezca su condición de héroes de la libertad, que es lo que eligieron ser.

Queridos amigos,

Miguel Ángel formaba parte de un partido en el que creía. Era parte, se sentía parte, actuaba como parte de un partido en el que creía y por eso lo mataron. Creía en ese partido porque ese partido creía en la libertad y la defendía de verdad. Y porque sabía que la libertad tiene muchos enemigos, que defenderla exige muchos sacrificios y que el primero de ellos en muchas ocasiones es la soledad o la incomprensión o ser minoría. Eso siempre ha sido así cuando se trata de hacer crecer el Estado de Derecho allí donde no se respeta. La libertad sin Estado de Derecho no puede existir. 

Él era parte y servía a un proyecto político que tenía alcance nacional. Un proyecto que en el País Vasco no sólo no buscaba diferenciarse del resto, sino que buscaba influir en el resto, en todo el resto, para contagiarle su amor a la libertad, que era especialmente intenso aquí porque era aquí donde más amenazada estaba. 

Las cosas importantes, como todos sabemos, nunca las hace uno solo, siempre se hacen con otros, con muchos, y nunca en círculos cerrados, nunca reclamando lo exclusivo o la diferencia, sino siempre construyendo lo común. Siempre sumando, sumando y sumando. Sumando a muchos, que son distintos en todas partes, pero que quieren hacer algo juntos y que quieren hacer algo importante. 

Miguel Ángel, como todos nuestros héroes, vivió para algo mucho más grande que él mismo. Para algo mucho más grande que el PP vasco, para algo mucho más grande que el PP. Esa es la única manera de hacerse grande uno mismo: trabajar para algo aún más grande, que es la Libertad. 

El Partido Popular es el gran proyecto de libertad para España, y quienes formamos parte de él amamos, servimos y practicamos la libertad. 

Podemos debatir ordenadamente cómo y a dónde debemos ir, y eso es exactamente lo que hicimos hace un año en el Congreso Nacional, pero hay que ir juntos, porque es la única forma de llegar, de llegar lejos, de llegar pronto. 

Es la única manera que el conjunto salga fortalecido no debilitado.

Por eso, el PP se construyó como el gran partido de España alrededor de lo que hace más de veinte años nos jugábamos aquí. Pero no porque aceptáramos que lo que nos jugábamos aquí fuera una cosa de aquí, sino precisamente por lo contrario, porque dejamos bien claro que era una cosa de todos. Como hoy es de todos lo que pasa en Cataluña. 

El nacionalismo siempre ha sostenido que lo que pasa aquí solo lo entienden los de aquí, pero nosotros siempre hemos sostenido lo contrario. Ese es un principio político nuclear del Partido Popular, y sin el que perdería sentido como formación política. Ese fue el gran cambio político que impulsó el Partido Popular en el País Vasco y en toda España, y por eso pudimos cambiar las cosas. 

Queridos amigos, 

Este ha sido un año en el que hemos estado en esa rueda de hámster del calendario electoral, absorbidos por el día a día de las campañas sucesivas. Pero también hay que fortalecer los espacios de reflexión e ideas porque nada importante se puede hacer si no nos paramos de vez en cuando a reflexionar. 

Seguimos aún fuera de la normalidad política, con una investidura incierta y con la posibilidad de que llegue a cerrarse de mala manera.

Con esta simulación de novedad en las últimas horas para hacer lo previsible que es que el PSOE pueda pactar con quien lleva pactando todo el mes y que el Partido Socialista pueda llegar a un acuerdo de gobierno a nivel nacional con Podemos, como ha llegado a un acuerdo de gobierno con Podemos en diez diputaciones, en diez capitales de provincia y en siete comunidades autónomas, algunas ya firmadas y otras en trámite. 

Nosotros, por nuestra aparte, hemos conseguido alcanzar acuerdos satisfactorios en muchas comunidades y ayuntamientos. Trabajamos para conseguir que, después de Murcia, se logre un entendimiento en Madrid también pronto.

Hemos pactado con ocho partidos en apenas unos meses. Lo digo para aquellos que decían que éramos un partido que no dialogábamos y que estábamos aislados. Hemos ofrecido once pactos de Estado al Partido Socialista para dar estabilidad a España. 

La fractura y la polarización parecen arrastrarlo todo desde hace demasiado tiempo, y me parece evidente que el saldo en forma de estabilidad, de gobernabilidad y de regeneración institucional está muy lejos de lo que algunos prometían. Como decía Cajal, el vuelo raso y el radio corto lo que producen es conflicto y desgobierno. 

Por eso me parece tan importante que se celebren foros de reflexión como éste y que sepamos elevarnos por encima del ruido diario y además podamos recordar algunas cosas esenciales. Tan esenciales que son las que dan sentido a nuestra trayectoria, a nuestra organización y a nuestra propia vocación política. Permitidme recordar alguna de las que hoy y mañana debatiréis en estas ponencias.

En primer lugar, el nacionalismo siempre ha querido hacer de la foralidad la base de un derecho a la secesión. Y eso es una de las más claras manipulaciones históricas y jurídicas. Porque la foralidad precisamente está en el lado de la historia y de la ley opuesta al nacionalismo. En nuestra Constitución, en la de 1978, por primera vez se respeta y se ampara la foralidad. Y al hacerlo se hace constitucional. 

Para nosotros está muy claro: no hay, porque no puede haberlo, Fuero sin Constitución y mucho menos contra la Constitución. El Fuero lo es en relación con la Constitución, y la Constitución no está en conflicto con el Fuero, sino todo lo contrario. Es el nacionalismo el que se encuentra en permanente tensión con ellos dos. 

Hay que recordar que los Conciertos Económicos no los inventa ningún nacionalista. Los Conciertos Económicos, eso que algunos definen con razón como el combustible del autogobierno vasco, los crea Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Gobierno y líder del Partido Conservador, como una pieza central del gran proyecto político y constitucional que fue la España de la Restauración. 

Por tanto, no dejemos que nadie confunda a la opinión pública sobre esto. 

Otra reflexión sobre el nacionalismo es que como siempre esos nacionalistas tienen hoy como siempre, el objetivo de imponer la creencia de que para ser vasco hay que ser nacionalista. Más aún, su idea es que solo se puede ser vasco de verdad si uno es nacionalista. Y tienen la pretensión además de impregnar de esa falsedad las instituciones mismas, de manera que ser nacionalista sea algo por lo que de un modo u otro haya que terminar pasando si se quiere estar en las propias instituciones. 

Este es un momento de muy alto riesgo porque quienes sufren este proyecto agresivo ven que el nacionalismo está muy fuerte precisamente por su alianza con la izquierda. 

Unos lo han aceptado. Otros hacen como si lo aceptaran y se camuflan, adoptan su lenguaje, y les apoyan siempre y además lo hacen siempre a un precio de 

amigo. Y otros, que somos nosotros, vamos a decir que no. Porque ser vasco no es ser nacionalista. 

Y si permitimos que sobre esto exista la más mínima sombra de duda, estaremos perdidos. Da igual que tengamos que decirlo en solitario, dan igual las presiones. No vamos a aceptar esas pretensiones de una imposición hegemónica del nacionalismo. Un nacionalismo, por cierto, incondicionalmente alineado con la izquierda siempre contra nosotros, contra el Partido Popular. Un nacionalismo que todavía presume de ser fiel a la palabra dada pero que una semana después de apoyar los Presupuestos del Gobierno del PP, apoyó la moción de censura para acabar con él. 

Un nacionalismo que busca hacer de Navarra ahora su frente de desestabilización entre la complicidad del PSOE. 

Por último, como tercera reflexión me gustaría hablar sobre el fin de ETA, que ha dejado de matar, es verdad, pero como comentaba Alfonso, debemos escribir aún su relato de derrota y también de la victoria, de las víctimas y de todos los demócratas. 

La derrota de ETA comienza en las calles del País Vasco y de toda España hace ahora 22 años. La derrota de ETA la inicia Miguel Ángel Blanco y todos los demócratas vascos con su vida; la continúa Miguel Ángel y todos los mártires de la libertad con su muerte; y la siguen todos los millones de españoles, fueran del partido que fueran o no fueran de ninguno, que además de decir ¡Basta ya! respaldaron todas y cada una de las decisiones que adoptaron los gobiernos del PP. Solo con la ley pero con toda la ley. 

Decisiones que en apenas unos años dejaron a ETA con una rodilla en tierra y con la otra temblando, según una conocida frase que conviene recordar de vez en cuando. A ETA, por tanto, la derrota España: la Nación respaldando al Estado de Derecho. 

Los que han hecho posible el final de ETA no han sido terroristas blanqueados, ni cómplices políticos de la banda terrorista disfrazados de “artesanos de la paz”.

Los que han hecho posible el fin de ETA como banda terrorista son los ciudadanos que se movilizaron, las instituciones democráticas que respondieron y el Estado de Derecho, que se tomó muy en serio y con todas sus consecuencias su trabajo hasta el final. 

Lo que se demostró, y quiero dejar esto bien claro porque no es solo historia sino también una enseñanza de futuro es que la ley y su cumplimiento nunca son el obstáculo para la convivencia libre en una sociedad, sino justamente su garantía y su condición de posibilidad. Sea en el País Vasco, sea en Cataluña o sea donde sea. 

Lo digo con una frase que he empleado ya alguna vez: La ley es el precio de la ley y la libertad es el premio de la ley. 

Por eso hay que recordar que a día de hoy siguen produciéndose, desgraciadamente, homenajes a terroristas cuando salen de prisión. Y por eso os anuncio que el Partido Popular acaba de presentar en el Congreso de los Diputados una Proposición de Ley, para ampliar el delito que ya existe de convocatoria de actos de homenaje y extendiéndolo a la convocatoria de actos de homenaje, recepción pública o concesión de honores a personas condenadas por delitos de terrorismo. 

De este modo, el que convoque o prepare un homenaje a un terrorista, aunque luego no llegue a celebrarse, tiene que tener el reproche de toda la sociedad. 

Y algo que también queremos que cambie es la prescripción de los delitos de terrorismo. Ahora solo se consideran imprescriptibles los delitos de terrorismo que hayan causado la muerte de una persona, pero creemos que eso se tiene que extender a todos los que colaboren, ayuden, organicen o financien el terrorismo. Y eso es lo que hemos propuesto también en esta iniciativa. 

Aquí se ha hecho mucho daño, durante muchos años, y eso no puede pasar como si ni siquiera hubiera sucedido. Este tiempo tiene que ser el tiempo de la memoria frente al olvido. El tiempo de la reparación y del homenaje a quienes realmente lo merecen. 

El tiempo de hacer la justicia que, a veces, no llegó a hacerse.

El de vigilar para que la pulsión terrorista y violenta no vuelva a apoderarse de la sociedad vasca. Para que nadie pueda pensar que todo eso valió la pena, que se consiguió lo que se buscaba o que era el único camino posible. 

El tiempo de la exigencia democrática y cívica de libertad, el tiempo del pluralismo real, en igualdad de condiciones, sin sobrecoste para los de siempre ni premios para los de siempre, aquí y en el último pueblo del País Vasco. 

Y ante tanto discurso oportunista, también tiene que ser el tiempo de recordar quién estuvo al lado de las víctimas y quiénes lo fueron, y recordar quiénes las injurió, quienes agravaron cruelmente su sufrimiento y quién las ignoraron. 

Queridos amigos concluyo: 

Somos un gran partido que es muy consciente de que el futuro de todos se juega en muchos terrenos a la vez. Por ser ese gran partido tenemos una mirada amplia, autonómica, nacional y europea. Una mirada que integra. 

Como partido integramos hacia dentro y hacia fuera. Integramos en torno a nuestro proyecto político y queremos integrar a una mayoría plural de españoles. 

El País Vasco sigue siendo una parte esencial de nuestro proyecto. El País Vasco desde su singularidad, por supuesto. Pero una singularidad que debe añadir valor a la suma. Sin confundir singularidad con desmarque. 

Eso no añade nada, ni sumaría nada, no construye nada y no integraría nada. Y eso además es contrario a la gran historia del PP vasco, cuya identidad consiste sobre todo en haber querido ser parte de lo común cuando todo alrededor empujaba en el sentido opuesto. 

Este es un proyecto político de largo alcance. Tenemos que ser capaces de mirar lejos. Mirar hacia atrás para entender nuestra propia historia y revitalizar también las verdaderas raíces de nuestro partido. Y mirar también hacia delante para comprender y afrontar los retos de este tiempo difícil, vertiginoso y lleno de incertidumbres sobre tantas cosas. A esas incertidumbres debemos oponer, como siempre, nuestra seguridad y nuestra firmeza. Lo que siempre habéis hecho, lo que siempre hacéis en este gran partido. 

La seguridad de haber sido protagonistas de muchos de los mejores cambios que han tenido lugar en el País Vasco, en toda España y también en Europa. Y la firmeza para recuperar ese papel protagonista que nuestro país necesita que volvamos a asumir cuanto antes. 

Para ello estoy convencido que cuento con todos vosotros y, por supuesto, tened la certeza de que contáis conmigo. 

Muchas gracias.