El PP defiende la independencia de la RAE frente a la inaceptable injerencia del Gobierno y exige respeto y rigor con las instituciones culturales 

23 OCT, 2025

La Real Academia Española, institución cultural independiente de profundo arraigo social y prestigio internacional, ha sido atacada injustamente desde una institución pública como es el Instituto Cervantes, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. No se trata de una discrepancia técnica ni de una salida de tono personal. Es una injerencia inaceptable en la autonomía de una entidad esencial para la proyección y unidad del español

Lejos de lo que pudiera parecer, lo sucedido no representa un hecho aislado, sino una tendencia. Hoy es la Real Academia de la Lengua. Ayer fue la Real Academia de la Historia. Antes, el Museo Nacional de Antropología o el Museo de América, cuyos discursos museológicos fueron revisados por un comité político y politizado. Mañana podría ser la Biblioteca Nacional, cuya actuación cuestiona el propio Ministerio de Cultura. 

Hay una estrategia que consiste en intervenir, homogeneizar y reescribir desde despachos políticos lo que debería protegerse con distancia, rigor y libertad. Esta deriva debe frenarse.  

La salvaguarda de la autonomía institucional es más urgente que nunca, y no sólo porque así lo exija el artículo 149.2 de la Constitución, que impone al Estado el deber de proteger y promover la cultura como un bien común. También porque no hay nada más dañino para la lengua que convertir su cuidado en un conflicto político. Lo que está en juego es el principio de autonomía que permite a la cultura desarrollarse libremente, sin servidumbres ni tutelas.  

En tiempos de arrogancia institucional, conviene recordar lo esencial: una cultura sometida y condicionada desde el poder es una cultura empobrecida. Igual de importante que defender la lengua es defender la independencia de las instituciones que la representan. El Partido Popular dice NO a la colonización ideológica de la cultura que promueve el Gobierno de España y, con especial torpeza, su Ministerio de Cultura y de Asuntos Exteriores.