Álvarez de Toledo: “El Gobierno quiere tapar su devastadora gestión con una nauseabunda operación de camuflaje, acusando a la oposición de tramar un golpe de Estado”

• El Gobierno quiere vendernos que la salida de la crisis será mucho más Estado y que lo pagará Europa, pero eso es una ficción; y las ficciones degeneran en frustración y la frustración genera graves problemas sociales.

• Lo que une realmente al presidente Sánchez, a su vicepresidente Iglesias, y a los nacionalistas que le apoyan, es un pesimismo rupturista. La idea de que el orden constitucional, de libertades, ha fracasado y hay que superarlo.

• Frente a ese pesimismo rupturista hay que contraponer un optimismo racional, basado en políticas de libertad.

• La libertad y la igualdad de los españoles ante la ley está en juego, porque lo está la verdad. Se está destruyendo la verdad, que es la base que permite construir una sociedad con libertad e igualdad de oportunidades.

• La oposición debe enarbolar la verdad. Es decir, debemos hacer política con la evidencia, mientras ellos intentan embarrar el terreno con lo sentimental y lo emocional.

• Desde el Gobierno y sus terminales acuñan la tesis de que la oposición estaría tramando un golpe de Estado en España. Hay que desmontar con toda claridad y contundencia esas siniestras insinuaciones, esa nauseabunda operación de camuflaje que pretende tapar su devastadora gestión en la más trágica crisis sanitaria y social española.

• Esa actitud forma parte de la fértil imaginación ‘guerracivilista’ de quienes hoy están en el Gobierno. Inventan, mientras avanzan en su degradación del Estado democrático, paso a paso.

• Es una vulgar técnica de deslegitimación del adversario político -vamos escalando de “crispadores” a “golpistas’-, para frenar cualquier crítica o fiscalización de la actuación del Gobierno.

• Por ese camino, están a un paso de llamar golpista a Margarita Robles. Es una barbaridad.

• El Gobierno no informó a las CC.AA. sobre las advertencias de la Unión Europea el 2 de marzo para no convocar manifestaciones masivas y para evitar aglomeraciones. Se desoyeron esas advertencias de manera sistemática por una obsesión ideológica. El pecado original de esta pandemia es la obsesión ideológica, centrada en este caso en el 8-M.